La jaula
Partiendo de la base de que ninguna jaula es nunca suficientemente grande, instalaremos una jaula o voladera tan grande como sea posible en función del espacio disponible. Debería, por lo menos, poder permitir al animal extender por completo las alas y la instalación de más de una percha y algún juguete. Es preferible una jaula de forma rectangular o cuadrada a las redondas, ya que permiten un mayor aprovechamiento del espacio. El material debe ser seguro para evitar heridas o intoxicaciones.
El suelo de la jaula o voladera debería carecer de rejilla, aunque esto conlleve el contacto con las heces. El hecho de no tener rejilla nos permitirá disponer de una zona de forrajeo instalada dentro de la jaula de forma continua. Recordamos que para dar opción de forrajeo deberíamos disponer en la zona (suelo): sustrato (papeles, heno, pellets de madera o papel…), elemento no comestible (tapones de botellas de plástico, corcho…) y un elemento comestible (frutos secos, pienso, pipas…).
Idealmente, simularemos el ambiente natural con ramas naturales. Es buena idea tener una organización sobre el enriquecimiento ambiental para permitir una rotación de los objetos y juguetes, lo que favorecerá una estimulación mental constante. La instalación de varios juguetes es recomendada, incluyendo aquellos dirigidos a fomentar el forrajeo. No necesitamos hacer una gran inversión económica, muchos de estos juguetes pueden construirse con manualidades.
Con tal de simular al máximo las copas de los árboles y permitir así potenciar la locomoción, deberíamos intentar disponer los posaderos a diferentes alturas y combinar diferentes tipos de materiales, grosores, longitudes…
Debemos cambiar y limpiar los comederos y bebederos de forma diaria. Además de los comederos, podemos ofrecer la comida en juguetes de inteligencia, brochetas…